Mi historia personal
Manos que trabajan, cabello al viento. Así es como me siento bien.
La naturaleza, mi hogar. Los animales, mis aliados para visualizar e incorporar a la vida moderna lo verdaderamente femenino y masculino que caracteriza(-ba) al hombre prehistórico.
Caballos salvajes, gauchos, aventura, ser. Ser único.
"Así no se hace!". "No deberías!". Dos frases con las que nunca me pude amigar. Ya de pequeña, cuando alguien insistía en decirme cómo hacer algo, seguramente lo hacía de manera diferente. Eso marcó el camino de mi vida. Siempre quise averiguar todo por mí misma. Mi camino se construyó sobre éxitos y fracasos, y algún que otro "naufragio".
Desde que tengo memoria, soñaba con montar caballos salvajes. Esa siempre fue mi meta: mientras me recibía de maestra y profesora de educación física, mientras me mantenía a flote con changas y trabajos de periodismo. Poco me marcó lo que estudié, en cambio lo que los caballos me contaron sobre la vida dejó profundad huellas en mi corazón.
Me peleé con las reglas y con la supuesta seguridad en la que se desarrollaba la vida de la gente. No me identificaba con el consumo excesivo y el lujo, y no entendía por qué los seres humanos se empecinaban en complicar las cosas sencillas. Me preguntaba por qué la gente se siente segura en las casas y tiene miedo en los bosques. Por qué los animales y la naturaleza eran tan ajenos a ellos y las ciudades tan cercanas. Por qué hay tanto discurso y ten poco oído. Luché con el ruido, el smog y las máquinas. Me sentí inmersa en el siglo equivocado.
Sentía diferente.
Quería estar libre de todas estas cosas e imposiciones que me parecían innecesarias.